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miércoles, 24 de agosto de 2016

Lento.

¡Hola, mininos! Esta va a ser una entrada un poco diferente porque sí, seguro que ya sabéis que me gusta escribir, pero todavía no os he compartido nada de lo que escribo. Ya iba siendo hora. Debo admitir que soy un poco recelosa de publicar en Internet mis escritos, a pesar de que hace un tiempo lo hacía en Wattpad.

Espero que os guste la entrada y si tenéis alguna sugerencia estaré encantada de leeros. Este fragmento se llama Lento, lo escribí hace ya un tiempo pero le tengo mucho cariño porque suelo sentirme así a menudo. Sé que no es un tema precisamente original pero... no sé, supongo que quería dar mi punto de vista. Agradezco que me dejéis en los comentarios vuestra opinión e impresiones. Si queréis que suba algún fragmento más sólo tenéis que decirlo, y si difundís la entrada también lo tomaré como que estáis interesados en leer más. Por cierto, la foto que he elegido como portada para el fragmento es mía también; sí, tengo demasiadas aficiones. 


Lento-fragmento-Lilly Ramos-mioasisdepalabras

Muchas veces me quedo mirando al frente, es como si la nada me llamara por mi nombre; con la vista perdida, dirían muchos, y en realidad es todo lo contrario, porque en esas ocasiones siento que he encontrado algo que hasta entonces no había sabido ver, algo que estaba ahí y a la vez no. No era para mí todavía.

Observo a la gente que camina a mi alrededor, todos están escribiendo una historia, su historia, y por un momento yo dejo de escribir la mía y hojeo las páginas con tinta aún húmeda de sus libros. No están terminados, claro, al igual que el mío, y cada segundo en el que respiran forma parte de él; conforman cada pausa, cada silencio, cada espacio infinito entre las palabras... el precipicio que separa lo que sentimos de lo que mostramos y decimos en voz alta. En las ocasiones en las que esto ocurre, siento que el tiempo se toma un descanso y me deja de forma efímera jugar a las adivinanzas con él. «Veo, veo, ¿qué ves? Algo que el tiempo me dejó esta vez». Entonces te fijas en que hay motas de polvo y polen flotando en el aire justo a la altura de tu nariz; que a sólo a unos metros de ti hay dos chicos nerviosos, arrancando el césped con los dedos, porque no saben cómo declarar sus sentimientos; que hay una chica con gafas de sol que está disfrutando en silencio de las cosquillas que le provoca el calor y que se le ha quemado un poco la nariz ya; que hay una única y hermosa flor en el almendro rodeada de epitafios pero que aun así sigue pasando desapercibida; que el chico sentado delante de mí en el autobús y que está dibujando tiene un callo en el dedo corazón por apretar demasiado con el lápiz, ¿su corazón también será así de insensible? Tengo curiosidad.

Todo se ve más lento, como enfrascado; expuesto en una vitrina en la que nos gusta ver sólo nuestro reflejo, aunque a veces desearíamos que otros también pudieran mirar en ella para sentirnos menos locos o extraños. Nos gustan las cosas lentas. Muy lentas. Como los besos que perduran hasta el infinito y más allá, como las nanas preciosas que se condensan en el aire y que nos hacen dormitar, como muchas otras cosas que a todos nos gustan, o que sólo les gustan a unos pocos. Puede que seamos el grupo minoritario después de todo. ¿Y por qué nos gustan las cosas lentas? Para disfrutarlas más, para añorarlas menos, para pensarlas más, para sentir que somos amigos del tiempo.

Lilly.